14/10/15

"EL MUNDO ESTÁ ENTARBICUARIQUINADO, QUIÉN LO DESENTARBICUARIQUINARÁ", por Heterodoxa



La profusa aparición en los últimos tiempos de artículos, entrevistas, libros, notas de editores, sobre las aplicaciones, desarrollos, consecuencias, modelos económicos  alternativos… en torno a las nuevas tecnologías ha tomado tal ritmo que, he de confesar que el montón de recortes que voy acumulando —en muchos casos con un ritmo de caducidad casi instantáneo—, está alcanzando un volumen que amenaza con devorar cualquier otro espacio en mi mesa. Ya no solo se refieren a ello los tecnólogos o aquellos emprendedores que han creado sus startup bajo tecnología apps o web o en un mix de bio-nano-geno tecnologías, sino empresarios, economistas y hasta literatos que ven en la innovación una especie de tabla de salvación de un cierto mundo.
 No seré yo quien no aplauda y anime a esta nueva generación de profesionales que ven en las aplicaciones digitales y en la innovación una nueva forma de emprender y que en su utilización de las redes sociales están favoreciendo espacios de colaboración. Tampoco, como ya he escrito en EL ÁTICO alguna vez, creo que esta nueva economía no esté exenta de peligros y que de no planificarla —tarea que no compete al emprendedor—, ahora que todavía estamos a tiempo, con una visión holística podría convertirse en una distopía. Digo todo esto porque acabo de ser  testigo fiel de una de las disfuncionalidades de esta nueva realidad.
Desgraciadamente, estos días he tenido que bregar con el cambio de instalación de ADSL a fibra óptica. Lo peor no han sido los tiempos muertos, las múltiples llamadas para conocer el día, las horas perdidas en la espera…, ni siquiera la lucha, porque de lucha se ha tratado, aunque felizmente no ha habido que lamentar victimas, para conseguir que me cambiaran un router de última generación que se empeñaron en instalarme.
—Lo mejor, esto es lo mejor del mercado —decía el técnico tan ufano— ¿Ve? Fíjese, fíjese  qué velocidad de conexión wifi alcanza.
Tan bueno,  tan moderno, que era incapaz de reconocer a mi portátil. La velocidad solo se alcanzaba con el portátil del técnico —en algunos momentos aún me surge la sospecha de si los tendrán amañados para funcionar con ese router —. Pero, claro, eso era culpa de los drivers de mi ordenador —los drivers, a saber que será eso—, lo que tenía que hacer era cambiar los drivers. Esa declaración que parecía ensayada ante el espejo  te la decían con cara de BUUUF…, vaya tecnología obsoleta que tiene!!! Con eso y la afirmación pomposa de:
— La instalación está correcta.
Antes de que pudieras reaccionar intentaban escaparse, huir del lugar y traspasarte el problema.
Tampoco fue lo peor buscar argumentos lógicos y  con el sub-lenguaje adecuado,  que ya se sabe que si no has hecho como poco un master en Redes y conexiones Wifi, está difícil conseguir que reconozcan su fallo, suministren algo adecuado a tus necesidades y que interactúe con tus tablets, móviles y ordenadores. He de reconocer que el argumentario que desarrollé no debió de estar demasiado mal porque aunque se hicieron los remolones y tuve que acercarme más de una vez a la tienda física —quince días— y probar por mi cuenta versiones mas básicas, al final he logrado un router menos última generación, menos “lo mejor del mercado”, de los de siempre, con sus antenitas, que se comunica y reconoce a mi electrónica de andar por casa sin  necesidad de cambiar ningún driver ni ir a ninguna tienda a actualizar mi software y hardware.
Pero decía que eso no fue lo peor, lo peor ha sido los múltiples diálogos que he tenido que mantener con las maquinas. Esas llamadas eternas, esa cara de idiota que se te va quedando después de media hora de intentar interactuar con una voz electrónica que no entiende nada de nada. Esa musiquilla que se repite sin parar, esa voz metálica empeñada en decirte en un tono casi imperativo que no comprende tu lenguaje ni tus frases y de repente te encuentras vocalizando y modulando como si el problema estuviera en ti. Una vez más traspasándotelo.
Está vez he tenido suerte y los humanos de la tienda física me han ayudado a solucionarlo. Pero,  en el futuro próximo, cuando según todos esos gurús, muchas de estas tareas se desarrollen por robots, ¿a quién acudiremos? Y cuando esos robots comiencen a empoderarse en esto de la IA, ¿mantendrán el mismo tono imperativo o nos llamaran melones directamente? De verdad, nadie se ha planteado que la irritación de los consumidores va in crescendo y que cada vez más actividades hay que desarrollarlas únicamente vía email o paginas web.  Más parece que las empresas que ofrecen esas infraestructuras en muchos casos no están a la altura de las necesidades o pueden que sean los consumidores lo que no lo estén, pero de cualquier forma una hoja de instrucciones o un 1002 con lenguaje metálico y estrambótico no parece la solución. No sé, no sé, pero cada vez que aparece una noticia sobre posthumanos cibernéticos me los imagino teniendo que bregar con caídas de redes, troyanos, fallos de fibra, eso sí, solos sin ayuda de los técnicos. Cambiemos el final y que no sea como en la novela de Doris Lessing, Shikasta, donde todo sucumbe por pequeños fallos acumulativos y cada vez mayores en la tecnología.
HETERODOXA
PD: Las imágenes de los cuadros pertenecen a la última exposición de Gordillo. Solo los títulos: 1. Es-esto-el-futuro;  2. La araña; 3. Operación a corazón abierto; 4. La manzana de Eva,  ya presienten esta nueva vecindad entre lo digital y lo analógico, lo virtual y lo real, la colectividad y el ser disociado.

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